El término magia baja nunca es usado con sentido derogatorio en el ocultismo; en lugar de eso, es el aspecto de la magia que trata la aplicación del conocimiento mágico para adquirir cosas en el mundo material.

La magia baja o práctica comprende en gran parte lo que conocemos hoy día como ocultismo. El gran edificio de la magia baja consta, entre otras disciplinas, de la astrología, la magia ceremonial, las invocaciones, la magia planetaria, los conjuros, la hechicería, el satanismo, la necromancia, los hechizos, las maldiciones, el uso de talismanes, inciensos y velas, y todos los métodos de adivinación.

La práctica de la magia baja puede ser creativa (magia blanca) o destructiva (magia negra). La magia blanca es usualmente tomada como buena, la magia negra lo opuesto. Consideramos buenas todas las cosas de naturaleza positiva o beneficiosa. De este modo, la magia que cura y levanta el espíritu es buena; es magia blanca.

Se dice que la magia negra es mala. Pero ¿Qué es lo malo? No es suficiente decir que maldad es destrucción o negativismo. Es más que eso: es el exceso. Las maldiciones, hechizos demoníacos y filtros homicidas de la magia negra son el resultado de cierto tipo de exceso. El orgullo, la codicia, el odio, el temor –todos en exceso-son los verdaderos ingredientes usados por el mago negro en sus oscuros ritos.

Cada ser humano posee dos distintas personalidades, la demoníaca y la divina. El mago tiene acceso libre a las dos; cuando es capaz de armonizarlas se convierte en el hombre perfecto. Los gnósticos creían que la materia era mala. La verdad esotérica tras de esta creencia es que el hombre se encuentra entre dos mundos, uno de materia y otro de espíritu. El ser humano es un espíritu atrapado en cuerpo material; mientras más ceda a la materia, más estará propenso al exceso y por ende a la maldad. La materia en sí no es mala, simplemente conduce a la exageración. El mago que aprende este secreto y puede controlar y armonizar la materia con el espíritu, es el verdadero adepto. Para él lo material deja de ser importante; es maya, ilusión. El sabe que su cuerpo es sólo un medio en el que habita temporalmente durante un corto proceso de purificación espiritual. Pero no deprecia la materia o el mundo material; por el contrario, respeta su cuerpo como un mecanismo útil para experimentar, y el mundo a su alrededor como la manifestación de una inteligencia superior. Así, tratará de encontrar armonía dentro de sí mismo y frente a los demás, y buscará continuamente la manera de servir a la fuerza creativa del universo.

La magia negra está Revestida de materia; su propósito es tener poder sobre el mundo material sin importar las consecuencias. El mundo espiritual no es de interés para el mago negro, sólo se conecta a él para llevar a cabo su voluntad en el mundo material. La conciencia de sus propios poderes usualmente supera al practicante de magia negra, aumentando inmensamente su orgullo egoísta. El mago negro se vuelve egocéntrico y tiránico. Su voluntad para él es ley. La única ley. Desafía a Dios y a la naturaleza abiertamente. Todos los demonios del infierno salen de las profundidades ocultas de su inconsciente y poseen su personalidad consciente; se convierte realmente en la encarnación del diablo y disfruta su demoníaca identidad.

Los magos negros son a menudo llamados hechiceros. También son clasificados en esta categoría los satanistas y demonologistas. Sin embargo, el hechicero puede ser clasificado como mago. Aunque su  conocimiento de magia práctica es usualmente extenso, rara vez tiene un verdadero entendimiento de las leyes cósmicas. Es esencialmente un empírico que usa métodos de magia sin ninguna base teórica. Por esta razón su tipo de magia es generalmente intuitivo y no intelectual.

Cuando fracasa, lo que muy a menudo pasa, es precisamente debido a su ignorancia acerca de las leyes naturales. El doctor-brujo africano, el chamán,  el brujo de la aldea, y el aborigen australiano son hechiceros en lugar de magos.

Hay otra diferencia importante entre el hechicero y el mago negro. El hechicero es por lo general una persona honesta que trata de desarrollar sus dones naturales para ayudar a los demás. Cuando causa daño  trata siempre de encontrar una excusa para sus trabajos negativos. El mago negro no necesita excusas. Su propósito es el poder personal y podría  no importarle pisotear a alguien con tal de obtener lo que quiere.

Por consiguiente, la magia negra puede definirse como un esfuerzo del mago por hacer su voluntad a través de su conocimiento de las leyes naturales sin importar las consecuencias. Es también un intento por ejercer su voluntad sobre la naturaleza y el cosmos, y establecerse como un dios en la tierra. El mago negro puede ser clasificado como malo, ya que es resultado de un excesivo orgullo y codicia por el poder.

La diferencia entre magia blanca y magia negra es claramente postulada por dos de las más famosas leyes mágicas. “Si no hieres a nadie, haz tu voluntad”, dice el mago blanco. El mago negro altera este dictamen significativamente y dice, “haz tu voluntad, será la única ley”.

A primera vista parece que el mago negro se divierte más  que su cauteloso hermano. En realidad, su orgullo y arrogancia finalmente lo llevan a la ruina, y tarde o temprano se da cuenta de las consecuencias de su búsqueda. Debe inevitablemente pagarle a la naturaleza por sus excesos, y la única forma de hacerlo podría ser su desintegración espiritual. Ser existir, es la esencia y el propósito  de la personalidad. La existencia está en la mente, en el espíritu; y es la existencia de su mente, su ego, su espiritualidad, lo que el mago negro está arriesgando constantemente. El principio divino que lo creó puede fácilmente desintegrar su ser y retornar las partículas disociadas al caos no  manifiesto donde se originaron.

Debido a que las leyes cósmicas son inmutables y divinas, y además controlan la totalidad del universo creado, cada vez que un mago usa su voluntad para manifestar sus deseos debe tener cuidado de no abusar de ellas. Debe responder al final por cualquier cambio que origine conscientemente. Por consiguiente, el mago tiene que considerar grandes principios e intenciones puras, pues debe estar listo para pagar por cada una de sus interferencias en el funcionamiento de las leyes naturales.