Cuándo y por qué las esencias cautivan.
Una buena parte de las prácticas mágicas se basa en la manipulación de las hierbas. Es decir, que utiliza la potencia que está encerrada en las plantas y en las flores y en sus embriagadores estratos: los perfumes. Todos los textos de magia tratan con meticulosidad lo que concierne a los usos de las esencias destiladas de una planta determinada o de una flor conocida.
La potencia mágica de las flores y de los perfumes es inigualable, siempre que se aplique con criterios ocultos y con unos determinados y seguros fines…
Esta es una enseñanza transmitida a través de los siglos.
¿Cuáles son los misterios que se ocultan en lo más profundo de una esencia olorosa? ¿Cuáles son las leyes que regulan estas manifestaciones y estos poderes ocultos?
Hay que destacar en seguida que, desde las épocas más antiguas, la destilación de las sustancias olorosas representaba un auténtico proceso de purificación que los iniciados debían efectuar principalmente sobre ellos mismos. Se trataba de una transformación interior, gradual, efectuada en la misma medida que los grados vibradores de la destilación de los perfumes y de las fumigaciones.
Después de esta misión purificadora, este arte fue cayendo poco a poco en usos más terrenales. Empezaron a utilizarlo los magos y los alquimistas, lanzados a la búsqueda del elixir de la vida eterna, etcétera. Las esencias de hierbas tuvieron su importancia en los diferentes procesos de transmutación de los metales en manos de los alquimistas, e incluso en las tentativas de descubrir la composición de la piedra filosofal. Pero su más vasto y difundido empleo se verificó más tarde, con una especie de exaltación de los filtros mágicos.
Todos saben que ciertos perfumes que excitan y otros, por el contrario deprimen: esta acción misteriosa de los perfumes se efectúa en la vida cotidiana, facilitando y obstaculizando las relaciones con el mundo que nos rodea.
Se sabe que según los tipos psicológicos fundamentales (biliosos, nerviosos, linfáticos, sanguíneos) se obtienen cuatro escalas fundamentales de las sensación olorosas, las cuales, aunque no estén comprobadas científicamente, revelan una correspondencia de vibraciones muy semejante a las que se encuentran en la luz y en los sonidos.
Fueron los magos de la antigüedad los que comprendieron que para llegar a una valoración de la acción de los perfumes era necesario esquematizar una clasificación. Más adelante, y siguiendo otros criterios, se dieron cuenta también de esta necesidad los investigadores de química y de fisiología que intentaron con los sistemas racionalistas catalogar el valor y la clase de las esencias olorosas.
La clasificación conseguida por Linneo, en 1756, es ciertamente la más importante: esta clasificación comprende un septenario de vibraciones olorosas cuya orientación estrechamente psicologicoemotiva se remonta, mucho más de lo que se puede llegar a prever, a la vibración septenaria del chakras y al valor oculto de los perfumes. He aquí la escala de Linneo:
1. Olores aromáticos : clavel, laurel.
2. Olores fragantes : jazmín, lirio, tilo.
3. Olores ambrosíacos : musgo, ámbar.
4. Olores aliáceos : ajo, asa fétida.
5. Olores fétidos : valeriana.
6. Olores venenosos : solanáceas.
7. Olores nauseabundos: cucurbitáceas.
El septenario astrológico tiene una correspondencia con la escala cromática y con la escala septenaria de los perfumes.
La glándula pituitaria, que advierte la acción de un perfume, está estrechamente ligada también a los órganos sexuales. Este hecho está científicamente comprobado.