Aparte de las líneas de la mano, no debemos olvidar la palma; en el hombre el predominio de ella sobre los dedos indica preponderancia de animalismo. Por su delicadeza, los dedos son los instrumentos del alma, la palma es sólo el asiento de la parte material (sanguínea). Esto se observa en una persona enferma, pues sus palmas arden como resultado de la fiebre.

Una palma suave, tibia, colorida y húmeda, indica juventud, buena salud, sensibilidad; una delgada y seca muestra dureza. Por encima de 98.6°F el calor excesivo y, aparte de una enfermedad conocida, esta es una señal de debilidad en el organismo, del mal funcionamiento de los pulmones. Este calor se relaciona también con la sangre. El hecho que la palma sea fría no es una prueba de la ausencia de pasión. Mano fría, corazón frío, dice el proverbio; sin embargo, esto no es siempre cierto. La línea del corazón da información acerca de este aspecto. La humedad en exceso denota un gran linfático, y también sensualidad. Si es carnosa, muestra un gusto por los placeres materiales. Si es delgada, sólo se disfrutan los placeres del alma. Si es grande, gruesa y dura, con dedos cortos, está en los límites del animalismo. Cuando es simplemente firme y sólida, indica actividad, vigor y vitalidad. Una mano dura es prueba de resistencia; una blanda pertenece a un temperamento calmado. Una palma cóncava muestra falta de valor, incluso una grave enfermedad. La palma ancha pertenece a lo analítico, la larga a lo sintético, la mediana a lo sinóptico, la delgada a lo débil; si carece de líneas (o son muy pocas), se relaciona con lo fatalista; si es lisa y sin montes, se dice que es natural; y si es una palma “agitada”, es decir, llena de líneas, se asocia a las pasiones de todos los tipos.