Antes que el aspirante pueda considerarse adecuado para la iniciación, debe enfrentarse a la primera experiencia desagradable de un mago. Es simplemente un acto de autoconocimiento en el cual el neófito se mira a sí mismo objetivamente y ve tanto lo bueno como lo malo. Parece fácil, pero en realidad es bastante complicado. La mente humana es extremadamente autoindulgente y a menudo somos los últimos en reconocer nuestros propios errores. La mayor parte del tiempo no somos incluso conscientes que sufrimos de una debilidad de carácter, que puede ofender a otras personas además de afectar nuestra personalidad. El mago debe hacer un análisis cuidadoso de sus rasgos personales y esforzase por desarrollar un juicio imparcial de las cualidades y los defectos. Tiene que evitar el auto indulgencia y la extrema severidad consigo mismo.

Algunas escuelas de magia sugieren preparar lo que se conoce como “espejos mágicos”. Hay un espejo blanco y uno negro; el primero lista todas las características buenas del mago, el segundo muestras todos sus defectos. El propósito de ellos es dar al mago una visión extensa de su  personalidad, de tal forma que sepa bien sus puntos débiles y sus puntos fuertes. Aunque se espera que el mago trabaje con los espejos y trate de aumentar los poderes del espejo blanco esforzándose por superar sus debilidades, la importancia del autoconocimiento es que se forcé a sí mismo a aceptar lo bueno y lo malo dentro de él con tolerancia y entendimiento. Así, el propósito inicial del mago no es sólo conocerse a sí mismo, también lo es su auto aceptación. El mago se observa en sus espejos mágicos y dice, “ese soy yo. No es un cuadro hermoso, sino lo que realmente soy, y debo aprender a vivir conmigo mismo; yo soy mi única realidad, todo lo demás es relativo y transitorio, sólo yo soy eterno”. “Conócete a ti mismo” dice el dictamen mágico, y eso es precisamente lo que el mago trata de hacer.

Después de experimentar la primera impresión de auto cognición, la nueva tarea del mago es fortalecer su fuerza de voluntad y poder mental. Esto es a menudo parte de la iniciación a los misterios. Las pruebas pueden variar desde las experiencias horrorosas impuestas por las culturas primitivas durante sus ritos de iniciación, hasta las privaciones auto impuestas por parte del mago. A medida que se fortalece su voluntad, el iniciado trata también de ejercitar  el control sobre las fuerzas naturales y desarrollar una completa identificación con ellas.  Por ejemplo puede intentar hipnosis con aves, serpientes, o mascotas domésticas tales como gatos y perros. Además podría decidir concentrar algunas de sus energías mentales en algún animal de su elección y luego usar dicha criatura para enfocar su fuerza en la dirección que escoja.

En realidad, los magos rara vez usan animales en sus ritos, excepto para sacrificios ocasionales, pero el mago que se identifica verdaderamente con la naturaleza puede usar cualquiera de ellos para llevar a cabo su  voluntad, si es conveniente para sus propósitos. También puede controlar los fenómenos naturales, ocasionar o eliminar lluvia, viento o  relámpagos a su voluntad.

Aleister  Crowley, probablemente uno de los más famosos  magos de nuestros tiempos, se ha considerado como un adepto asiduo a producir tormentas. Este hombre subía a la cima de una montaña vestido con sus togas mágicas y comenzaba a maldecir e invocar con toda la potencia de su voz, mientras sacudía en el aire su vara mágica, Después de estos dramáticos sucesos, un relámpago cruzaba el firmamento y pronto las montañas eran abrazadas por una formidable tormenta. Crowley era un mago negro con gran deseo de publicidad. Los magos son notoriamente orgullosos de sus logros, y efectivamente algunas de las escuelas de esta disciplina motivan tal presunción como una ayuda en el desarrollo de los poderes mágicos. La arrogancia de Crowley era legendaria; alardeaba que tenía poderes superiores a los de cualquier mago en  la historia de la humanidad. El mismo se creía la reencarnación de Eliphas Lévi, otro famoso mago del siglo diecinueve, y también se aclamaba como la bestia legendaria de las revelaciones. Crowley adoraba los demonios, ya que era un mago negro.

Aunque muchos estudiantes del ocultismo acusan a Crowley de charlatanismo e innumerables vicios, no hay duda que fue un erudito dotado de gran talento al igual que un mago poderoso. El disfrutaba entretejer las más monumentales mentiras en sus enseñanzas mágicas; fue al mismo tiempo bastante conocedor de las artes mágicas, por tal razón sus trabajos eran los más valiosos para estudiantes de ocultismo avanzados, quienes podían recoger oro del lodo de sus enseñanzas. Una de las más famosas hazañas de Crowley fue su invocación al demonio Chorozon en el desierto de Algiers. Estaba acompañado por su discípulo Víctor Neuburg. Chorozon era identificado por Crowley como “el morador del abismo” que no debía ser confundido con una fuerza individual sino como todas las energías no manifestadas del inconsciente mental (el suceso es descrito en detalle en Confessions of Aleister Crowley  y Neuburg trazaron un círculo en la arena con las inscripciones mágicas correctas y fuera de él dibujaron un triángulo donde el demonio se manifestaría. Con su usual desacato a las consecuencias. Crowley entró a este triángulo con la intención preconcebida de ser poseído por Chorozon cuando éste apareciera. Neuburg a su vez se ubicó dentro del circulo inició la invocación. Caso inmediatamente  Chorozon tomó posesión de Crowley, quien empezó a encolerizarse como un hombre salvaje e hizo lo posible para tratar de convencer a Neuburg que saliera del círculo. Luego Neuburg empezó a tomar nota de los delirios del demonio, sin darse cuenta que mientras lo hacía, Chorozon tiraba arena sobre el borde del círculo borrándolo parcialmente. Con un grito de triunfo el demonio salió del triángulo y se apoderó de Neuburg, entrando al círculo  por el espacio que había abierto en la arena. Dominando por la fortaleza sobrehumana del demonio. Neuburg cayó dentro del círculo, con Chorozon clavándoles los colmillos y las garras en la garganta. Durante su lucha desesperada por vivir, Neuburg pudo utilizar su vara mágica y con esta ayuda sacó al demonio del círculo, enviándolo de regreso al triangulo exterior.

Luego reconstruyó el círculo y continuó la invocación hasta que Chorozon fue dominado y finalmente devuelto al oscuro sitio donde habita.

El experimento tuvo consecuencias desagradables, Neuburg estuvo enfermo por algún tiempo tras el encuentro con el demonio, mientras que los poderes mágicos de Crowley, de acuerdo a él mismo aumentaron enormemente.

Crowley fue un buen ejemplo de personalidad mágica, pero cometió varios errores calamitosos que finalmente le costaron todos sus poderes mágicos. Las cuatro reglas del mago son, como hemos visto, saber, desear, atreverse y mantenerse en silencio. Crowley sabía, tenía voluntad y osadía, pero no pudo mantener la discreción. Esta incapacidad de mantener su  conocimiento para sí mismo fue causada por su exagerada presunción, a cual (a menudo condenada por él mismo como la caída y ruina del mago) lo llevó a intentar ciertos ritos mágicos que se deben realizar en solitario. El mago puede instruir, guiar a los demás, pero siempre hay un límite para lo que puede decir o hacer sin consecuencias. Debe siempre recordar que a pesar de sus poderes mágicos es aún humano, esta humanidad es la limitación del mago.