El blanco, color de la luz, se ha asociado desde siempre al principio bienhechor, y el negro, color de las tinieblas y la noche, al principio maléfico. Los antiguos realizaban augurios con los colores que observaban en los rayos del sol, de la luna, del aire y otros fenómenos de la naturaleza. El cristianismo también ha dado mucha importancia al lenguaje de los colores. El arte religioso atribuyó por regla general el color blanco a Dios Padre, el azul al hijo y el rojo al espíritu santo. Pero el lenguaje sagrado de los colores se fue convirtiendo poco a poco en un lenguaje profano. Así el verde, símbolo de esperanza en la inmortalidad, se convirtió en el color de la esperanza terrenal. Y se puede hablar también de un lenguaje supersticioso que convierte el significado de los colores en una virtud más o menos benéfica. Vale la pena recordar algunos de ellos y lo que representan:

Azul: amor, fidelidad, pureza de sentimientos, elevación del alma, sabiduría, piedad. Este color protege de enfermedades y da buena suerte. El origen de esta superstición está en la Biblia (Números 15,38): “Habla a los hijos de Israel y diles que de generación en generación hagan flecos en los bordes de sus mantos y aten los flecos de cada borde con un cordón de color azul”. Después de dar a luz, las mujeres debían colocarse una faja de color azul y a los bebés se les debía poner una camisa del mismo color.

Entre los toreros, sin embargo, se cree que es de mal augurio que el color azul domine en la escarapela que lleva el toro. Simboliza la sabiduría y la verdad divinas. En Egipto fue un color funerario: los muros de las necrópolis estaban pintadas de azul pálido. En el cristianismo, encontramos otros significados del azul. Los pintores de la edad media coloreaban de azul la túnica de Jesucristo cuando representaban los tres años de predicación, como símbolo de sabiduría y de verdad. Tras la muerte de Cristo, la Virgen aparece muchas veces vestida de este color. A partir del siglo XV, el azul se convirtió en el color de la madre de Dios. La creencia popular lo considera un color que suscita la sabiduría y la prudencia. Las novias, para tener buena suerte, deben llevar algo azul el día de la boda.

Blanco: Buena fe, pureza, alegría, candor, inocencia, libertad, modestia. El blanco mezclado con rosa representa alabanzas. No se deben regalar flores blancas porque dan mala suerte ( a no ser que se mezclen con otras flores) y menos a un enfermo, porque hacerlo supondría ofrecerle la representación del sórdido mundo de los muertos. El blanco tiene una significación funeraria: fue consagrado a los muertos probablemente para que sus almas triunfaran sobre el reino de las tinieblas y sigue asociado a la muerte de los más pequeños porque es el color de la inocencia. El blanco corresponde a la luz y al principio bienhechor. Simboliza la sabiduría, la virtud y la pureza, significados que encontramos en las piedras preciosas de este color, en las perlas y en la plata. El blanco adquiere significación positiva en algunos casos. Ir vestido de blanco ante un tribunal modifica, a favor, la voluntad de los jueces. En una bandera, significa paz, y en un vestido de novia, virginidad.

Negro: Duelo, tristeza, tinieblas, muerte.

Aunque al principio el blanco y, negro desempeñaban una función simbólica idéntica con el paso del tiempo el negro fue adquiriendo el sentido de contra blanco y quedó asociado al mundo del frío, la pasividad neutra y el reino de las tinieblas y la noche. Antiguamente, el color blanco era utilizado con más frecuencia en las situaciones de dolor (funerarias etc.), costumbre que se ha mantenido en los entierros de monarcas y soberanos hasta épocas recientes; el color negro se ha vinculado finalmente a la idea estricta de impureza, muerte y, por ende, al mal. Así si alguien se encuentra a un hombre negro en la calle, sólo le retornará la buena suerte si toca de inmediato algún objeto de hierro y, acto seguido, algún objeto de color blanco. Sustituto de ambas cosas es el que el hombre negro con el que nos cruzamos sonría: en esas circunstancias podremos verle los dientes (blancos) y quedará neutralizada la perversa consecuencia de haber contemplado el color negro. El perro, el gato, la oveja y el cuervo son, entre todos los animales que pueden ser negros, los que se hallan rodeados de una más intensa aureola maléfica. La gallina negra es usada como elemento de invocación del diablo. Los abogados, jueces y sacerdotes, que tradicionalmente han ido vestidos de negro, también atraen la mala suerte. Por ello, se sugiere que al cruzarse con cualquiera de estos “señores de negro” hay que santiguarse, cruzar los dedos, derramar sal o trazar un círculo en el suelo para evitar que caiga sobre uno el mal que su indumentaria, derivada de su función emana. Entre los chinos y los egipcios, sin embargo, el negro fue signo de fertilidad. Entre los primeros, además representaba el Yin femenino. Pese a la consideración negativa del negro, la razón por la cual se impuso, sobre todo durante una época, el uso del color negro como singularización de un determinado estatus social, tiene que ver con la protección que este color ejercía  contra los movimientos del mal. El uso del negro en los funerales y entierros proviene también de la superstición de que, mediante dicho color, uno se protege del el alma del difunto cuyo destino, en el momento de morir, no está claro si es el cielo, el infierno, el purgatorio o simplemente vagar por los caminos y montes en tanto haya resuelto sus cuentas pendientes en la tierra. Ésa es también la razón del luto prolongado que se guarda en España por un familiar muerto y la causa de la existencia del velo negro, propio de las mujeres, o el casi extinguido luto de solapa, o manga, entre los hombres. En el área mediterránea todavía se piensa que es preceptivo que una mujer vaya vestida de negro y con velo durante un año tras la muerte de su marido, al objeto de protegerse de su ánima.

Rojo: Crueldad, cólera, fuego, celo, pudor, amor, ardor. Anatematizado por las banderas políticas de carácter más conservador, el rojo es entre los primitivos pueblos símbolo del movimiento, la acción y la revolución, y se halla estrechamente ligado a la noción de la vida, en tanto que precede y es al mismo tiempo consecuencia de la proyección del mito de la sangre.

En Melanesia corre la leyenda de que la magia y la sabiduría (representadas por el color rojo) fueron enseñadas al hombre por un cangrejo encarnado. En todo oriente, desde la frontera más occidental de Rusia hasta los confines de  China, el rojo está ligado a las festividades populares, sobre todo a las de la primavera, el matrimonio y el nacimiento; entre los celtas, decir que una mujer era roja significaba que era extraordinariamente hermosa. En Japón, donde además es signo de sinceridad, los reclutas, al partir hacia la batalla, llevan un cinturón rojo que, en ese caso, indica fidelidad a la patria. La alquimia oriental, en fin, identifica el color rojo como la síntesis del hombre universal. Aunque los griegos y los romanos el rojo ahondaba en el carácter  vital y sagrado de forma simultánea, el cristianismo incorporó una alambrada de espinos en torno a dicho color e interpretó su lado más oscuro a partir de la sangre de Cristo derramada por el pueblo impío. Ésa es la razón de que el rojo se convierta, para sus adeptos, en sinónimo de guerra, catástrofe, odio, egoísmo, amor infernal, pasiones del hombre degradado y, en síntesis, del pecado. Durante la edad media, aquellos cristianos que desempeñaban funciones sociales deshonrosas eran obligados a vestir de rojo, como los verdugos y prostitutas. También se les calzaba el color rojo a quienes sufrían enfermedades inconfesables, especialmente venéreas. Era una señal cromática de la que la jerarquía católica disponía para tener claro quién no. El rojo, desde la perspectiva de la superstición, incrementa el aliento vital y cualquier prenda roja favorece, en igual proporción, la actividad y el rendimiento intelectual, además de potenciar el magnetismo personal. Es bueno para curar la escarlatina y la rubéola y una cinta entorno al cuello de este color neutraliza problemas gástricos y detiene las hemorragias de nariz. El rojo pone en fuga a los malos espíritus y, en su apuesta por la vida, armoniza la libido y el deseo en relación con la geografía de obstáculos que éstos encuentran en el entorno domestico. De modo que desde principios de siglo, en España, toda mujer que se precie estrena unas bragas rojas el día de Año Nuevo, lo cual le asegura equilibrio en su relación sexual a lo largo de todo el año. Y los caballeros han de estrenar un pañuelo rojo si quieren controlar, sin sobresaltos, ese aspecto especialmente resbaladizo de su existencia. Enrollarse un hilo de seda rojo en el dedo protege del mal de ojo y de la indiscriminada acción de las brujas. Las vacas (y las niñas que no han llegado a la pubertad) con dos lacitos rojos, en la pata o el pelo respectivamente, quedan igualmente a salvo de cualquier tipo de maleficio o encantamiento. Un amuleto refuerza su poder si pende de un hilo rojo y conducir un automóvil de este color garantiza menor riesgo de siniestros que si se opta por otro color. El rojo, sin embargo, es funesto para una embarazada, quien no debe contemplar fijamente un objeto rojo puesto que se arriesga a sufrir un aborto indeseado.

Verde: Esperanza, afecto, juventud. El color verde representa el renacimiento de la tierra, simboliza la vida, la esperanza y la inmortalidad. Por la dualidad que  posee su significación, sin embargo, se atribuyó en épocas pasadas al verde el simbolismo de la degradación moral y la locura, tal vez por la relación con los cementerios. Desde hace mucho se cree que este color da mala suerte y se daban consejos como “si vas de verde, tus parientes pronto irán de negro” Esta recomendación seguramente estaba basada en la antigua pigmentación de los tejidos, obtenida del arsénico: potente veneno reconocido. En la Edad Media se consideraba un color diabólico y se sospechaba de las mujeres que vestían de verde como practicantes de brujería. Esta ambivalencia se ha mantenido en las creencias populares y resulta benéfica según las circunstancias. Por ejemplo, si se vive en Irlanda, lo indicado es que se vista del color nacional, que da muy buena suerte.

Otros colores menos significativos son el amarillo (riqueza, nobleza, gloria, esplendor, y el amarillo pálido, la infidelidad); gris ( dolor moderado, melancolía, y el gris metálico coraje); lila (amistad, amor puro); marrón (humildad, y el marrón oscuro, dolor profundo); naranja (amor a la gloria, pasión); oro (magnificencia, poder); púrpura (poder supremo); rosa ( ternura, amor cambiante, juventud) y violeta (constancia, penitencia).