Hay Que tener en cuenta que cada elemento domina durante dos años y los cinco elementos abarcan una década. El orden de los elementos es: Metal, Agua, Madera, Fuego, y tierra, coincidiendo el primero y el último con el inicio y el término de la década, respectivamente. Recuerde siempre que entre el calendario lunar y el cristiano existe un mes y pico de diferencia cronológica. Por lo tanto, si nace al final de enero o a comienzos de febrero, conviene consultar la tabla para saber a qué año lunar pertenece, pero el siguiente cuadro pude serle orientativo:

El último N.° de tu año                  El elemento que te pertenece

De  nacimiento

0y1                                                   Metal

2y3                                                    Agua

4y5                                                    Madera

6y7                                                    Fuego

8y9                                                    Tierra

La personalidad del Metal.

Los que nacen en los años gobernados por el Metal reciben influencias de este signo: son decididos, inflexibles y persistentes. Cuando quieren alcanzar una meta, no escatiman esfuerzos ni tiempo para lograrlo. Su motivada perseverancia se muestra firme, sobre todo cuando surgen dificultades en su camino de consecución del objetivo. No se doblegan, no se echan para atrás nunca. Su  fortaleza moral es extraordinaria, lo que les permite llevar a cabo su propósito. Sin embargo, la dureza de su carácter, que tanto les ayuda a triunfar, puede ocasionarles también frecuentes problemas por ser “cabezotas”, que insisten inútilmente en seguir adelante incluso cuando no tienen ninguna razón o cuando algo es realmente imposible en determinadas circunstancias.

Los que nacen con este signo tienden a resolver los problemas con sus propios medios. No le gusta la intervención ajena o el ofrecimiento de ayuda en cosas que se consideran capaces de hacer. Tratan de valerse por sí mismos para conseguir las metas propuestas. A veces parecen testarudos y orgullosos, pero nunca les falta motivación ni voluntad.

Son inteligentes, agudos, capaces, económicamente solventes, condiciones que les inspiran el  al afán de independencia, de lucro y, en muchos casos, de poder. Para poder canalizar correctamente su energía  y su fortaleza moral, los metales deben procurar respetar al máximo las observaciones ajenas y abstenerse de imponerse a los demás. Lamentablemente, el metal que lleva en su sangre casi siempre los hace intolerantes a la hora de aplicar la política de buena vecindad o de atender consejos, lo que les impide cultivar una amistad profunda con los congénitos suyos.

La personalidad del Agua.

Los que llevan el signo del Agua son sociables y gratos en sus relaciones con los demás. Saben evitar la arrogancia del Metal y procuran influir sutilmente en la opinión  de los demás. Flexibles y espontáneos, tienen un corazón lleno de compasión.

Son inteligentes y capaces de prever el desarrollo de los acontecimientos. Tienen mucha habilidad para estimular el entusiasmo y la abnegación de los demás en beneficio de sus propósitos. Son tolerantes con la presencia de otros tipos humanos e ideas ajenas a su propia ideología, pero muestran particular persistencia en combatirlos si estos llegan a obstaculizar su propio desarrollo. Pocas veces luchan frontalmente contra los enemigos, pero no dejan de trabajar para ir socavando la fortaleza física y espiritual de sus rivales, en un esfuerzo tenaz por eliminarlos. Son conscientes en todo momento de con quiénes están y cuál es el tratamiento adecuado para impulsarlos a actuar a favor suyo, sin necesidad de causarles mucho sacrificio.

La fluidez que caracteriza el Agua les da un carácter cambiante en su personalidad. Uno de los defectos de este signo es la poca firmeza de su decisión y la falta de constancia en su comportamiento. En sus relaciones con los demás, suelen tomar una actitud ambigua y neutral a fin de evitar enfrentamientos, de los que no están seguros de poder sostener. Por eso, los que llevan

Este signo debe tener más confianza en sí mismos e incrementar la firmeza de sus actuaciones para alcanzar con pleno éxito sus propósitos.

La personalidad de la Madera.

Los que nacen en los años gobernados por este signo suelen ser personas respetables por su nobleza moral y su alta ética profesional. Son magníficos colaboradores por su amplio interés, su abnegación y su espíritu de sacrificio. Son ordenados, emprendedores, concienzudos, capaces de diferenciar acertadamente asuntos de distinta naturaleza y establecer un escalonamiento de urgencias según la importancia del caso. Estas cualidades que caracterizan su personalidad no solo les permiten obtener el respeto de los demás, sino que también los colocan a la altura de importantes cargos públicos, administrativos o directivos de grandes proyectos técnicos y científicos.

Nunca trabajan solos, porque dominan el arte de convencer a los demás para que colaboren y contribuyan a la causa común. Saben ejercer su influencia positivamente y confían en el método  de trabajar en equipo. Son generosos, solidarios, bondadosos y compasivos con los infortunados, a los que ayudan con lo que pueden. Estas cualidades les suelen traer suerte en la carrera  profesional y jerárquica, siendo promovidos en el momento adecuado a puestos más importantes.

Los defectos de este signo consisten en su desmesurada ambición y la excesiva prisa con que quieren lograr las cosas, lo que les trae consecuencias totalmente contraproducentes. Por otro lado, la gran capacidad que tienen también los traiciona con frecuencia, porque no se dan tregua para atender la enorme carga de trabajo. Tendrán que dejar unas gestiones a medias por falta de tiempo y posibilidades humanas. De este modo, a pesar de su buena voluntad, se frustran muchas veces en la consecución de sus propósitos.

La personalidad del Fuego. Los que nacen con este signo son confiados y resueltos en el tratamiento de los asuntos cotidianos. Enemigos de la pasividad e indiferencia, su extraordinaria vitalidad los convierte en activistas que impulsan al cambio y la reforma. Tiene temperamento de liderazgo, por su gran capacidad de organización y su habilidad mental. Saben poner en juego la iniciativa de los compañeros, pero nunca se mantienen con los brazos cruzados mientras los demás trabajan. Posee grandes ideales, para los cuales trabajan con ímpetu y honestidad. Son audaces innovadores que compante sin cesar los valores obsoletos y cánones tradicionales. Su vehemencia de un nuevo orden los lleva a asumir actitudes muy osadas, casi violentas, contra todo lo que obstaculiza la implementación de los nuevos valores.

Por el temperamento de fuego, son impacientes para atender la opinión de los demás, defecto que se transforma en determinados momentos en una arbitrariedad insoportable. Por esta razón, los que poseen este signo tiene que aprender a controlar su temperamento apasionado, moderando su ambición personal, sobre todo cuando se vislumbra el triunfo, a fin de evitar que los compañeros le vuelvan la espalda.

La personalidad de la Tierra.

Los que llevan este signo son realistas y trabajadores. Ajenos a toda ocurrencia extravagante, son racionales, analíticos y mesurados. Tienen buenas previsiones del futuro y no pisan nunca en el vacío. Con los pies firmemente apoyados en un realismo racionalista, se muestran concienzudos, metódicos y ordenados, cualidades que los convierten en excelentes administradores o comerciantes. Son aptos para desempeñar importantes cargos en el sector industrial, comercio o administraciones públicas.

No son muy ágiles en la actuación, debido a su premeditación y su pormenorizada planificación, pero no por eso dejan de ser eficientes, puestos que son seguros y acertados en sus procedimientos. Ahorradores, enemigos de todo despilfarro, saben darle utilidad a las cosas aparentemente inútiles. Son precavidos en el presupuesto y austeros en los gastos, de modo que incluso en tiempos de crisis tienen pequeños ahorros. Observadores perspicaces, detectan con facilidad nuevos fenómenos y tendencias nacientes. Pero nunca exageran su descubrimiento Se lo cuentan tal como lo han encontrado, ni más ni menos.

Son conservadores por falta de imaginación.

Carecen casi por completo del espíritu aventurero. No les gusta romper con el canon de los valores establecidos. Desprecian todo tipo de cambio desprovisto de una meticulosa preparación previa. Nunca actúan improvisando.