Enel caso del aspirante a la vida mágica que para llegar al gran momento se vale del auxilio de un asistente, el proceso no es el mismo que el anteriormente expuesto.

La fase más delicada de la operación es la inicial: la elección del asistente. Se necesitan, como ya se ha dicho, idénticas condiciones de pureza espiritual y física entre el iniciado y el asistente.

Después, es necesario establecer en la elección la perfección de las formas externas del asistente  y que esta persona no padezca de defectos orgánicos ni de ninguna molestia física.

Deben destacarse las  personas pletóricas y las anémicas, las naturalezas felinas, las demasiado pasionales y, como es obvio, no son aconsejables las personas que presenten cualquier anomalía física. Debe efectuarse:

Un perfecto acoplamiento del iniciado con otra criatura, en un místico matrimonio de almas para que el rayo divino brille e ilumine el alma.

Superada esta fase, se tiene que efectuar la elección de los tiempos para los ritos que se han de llevar a cabo. En este momento se necesita la ayuda de la astrología, rama importantísima de la magia.

Veamos la teoría, la ley, los resultados astrológicos, en sus principios fundamentales.

La magia, en todas sus manifestaciones, considera a la astrología como la síntesis de una unidad inmensa que es el universo.

El universo, unidad inconmensurable, es, según la magia, igual en función a cualquier unidad organizada de orden inferior. El cuerpo humano es un ejemplo.

En el cuerpo humano, considerando como síntesis, se tiene una unidad orgánica cuyas partes son los miembros, las vísceras, los apéndices de todas las clases, que, considerados como unidad, están formados de músculos, de sangre, de células, etc. Todos los movimientos de un músculo de un miembro tienen relación con la unidad orgánica del cuerpo humano. Si un hombre en posición vertical levanta un pie y se apoya sobre el otro, toda la unidad orgánica del cuerpo se resiste de este esfuerzo; de la misma manera sucede con todos los movimientos o sensaciones.

Observamos la unidad  del universo. Los miembros, las vísceras, los apéndices de este monstruo inaferrable, en su síntesis, son las  estrellas, los planetas, el Sol, la Luna, etc. Cualquier movimiento de una de estas partes de la unidad tiene relación todo el resto, visible o sensible, con la misma relación que los miembros respecto a la unidad del cuerpo físico.

Es innegable que el sol hace sentir su benéfico efecto sobre toda la tierra, a la que ilumina; que la aparición de unos grupos determinados de estrellas en órbita del Sol da lugar a las estaciones, que ciertos signos del Zodíaco dan lugar a la lluvia o al buen tiempo.

Se puede objetar que, en el hombre-unidad, la voluntad humana no está sujeta a ninguna ley fija en la dirección de los movimientos de las partes, mientras que el universo se encuentra sujeto a las leyes matemáticas en el movimiento de todos sus planetas, hasta el punto de que todas las órbitas de los planetas, incluso las de los más alejados, son precisadas y medidas por los astrólogos.

Se pude sostener que el cuerpo humano (microcosmos), así como en el universo (macrocosmos), es posible observar una analogía entre las leyes fijas de los movimientos y los movimientos accidentales de toda la naturaleza.