Un salto en el tiempo nos conduce a Zoroastro, que es un nombre simbólico. ¿Quién era? Eudosio y Aristóteles dicen que vivió 6000 años antes del nacimiento de Platón; otros afirman que nació 500 años antes de la guerra de Troya, y otros lo creían rey de Bactriana, mientras que otros denuncian la existencia de diversos (dos, tres y cuatro) Zoroastro. Parece ser que,  en realidad tan sólo Eudosio y Aristóteles hayan comprendido el personaje mágico de Zoroastro, fijando la edad cabalística de un mundo existente entre su aparición y el afirmarse del reino teúrgico de la filosofía de Platón.

Se estableció, por tanto, la existencia de “dos” Zoroastro:

Un hijo de Oromase y autor de una enseñanza límpida, benéfica y positiva; el otro; hijo de Arimane y autor de prácticas malignas. Zoroastro es el verbo encarnado de los caldeos, de los medos y de los persas.

Su leyenda parece una predicción de la aparición de Cristo; por esto aseguran muchos estudiosos que ha tenido que existir también un anticristo, según la ley mágica del equilibrio universal.

Al falso Zoroastro (el Anticristo) se le atribuye el culto del fuego y el dogma del dualismo divino, que más adelante en el tiempo originó la gnosis de Manés.

El falso Zoroastro, según esta teoría es el padre de la magia materialista, magia nefasta que causó estragos entre los magos y que lleno de infamia a la verdadera magia.

En cambio, los dogmas del puro Zoroastro son los de la pura Cábala, sus ideas sobre la divinidad son las mismas que las de los padres de la iglesia. Sólo los nombres difieren entre sí:

De este modo el nombre tríada, que es lo que nosotros conocemos como trinidad, encuentra el ternario por entero (lo que los teólogos llaman la circuminsesión de las personas divinas).

Zoroastro encierra en esta multiplicación de la tríada en sí misma la razón absoluta del número nueve y la clave universal de todos los números y de todas las formas. Lo que nosotros llamamos las tres personas divinas, Zoroastro las llama las tres sublimidades. La sublimidad primera o paterna es la que da lugar a  la fe; la segunda, o sea, el verbo, es la que da lugar a la verdad; la tercera es la acción creadora y es la que da lugar al amor.

Sobre esta escala de nueve escalones, Zoroastro establece la jerarquía celeste y todas las armonías de la naturaleza. El cuenta por tres veces todas las cosas que provienen de la idea, por cuatro todas las cosas referentes a la forma, y por siete todo lo que da una idea sobre la creación.

Aquí acaba la primera iniciación y empiezan las hipótesis de esta escuela; los números se personifican, las ideas toman unos emblemas que más tarde se convertirán en ídolos. Se dan a conocer los Sinoqueos, los Teletarquios, y los padres servidores de la triple Hécate, los tres Amilitios y los tres Ipezoco; después, los ángeles, los demonios y las almas humanas.

Los astros son las imágines y los reflejos de los esplendores intelectuales, y nuestro sol es el emblema de un sol de verdad, siendo a la vez sombra de esta misma fuente de la que proviene la luz.

Por esto los discípulos de Zoroastro saludaban al amanecer y eran considerados por los bárbaros como adoradores del sol.

Estos eran los dogmas de los magos, pero éstos poseían, además, secretos que los constituían en maestros de las potencias ocultas de la naturaleza. Estos secretos, cuyo conjunto pude llamarse pirotecnia trascendental,  que se relacionan todos con la ciencia más profunda y con el gobierno o dominación del fuego.

Es seguro que los magos conocían la electricidad y conocían los medios para producirla y dirigirla, medios que en la actualidad aún nos son desconocidos.

Numa, que estudió sus ritos y que se inició en sus misterios, poseía según lo que dice Lucio Pisón, el arte de producir y dirigir el rayo. Este secreto sacerdotal, cuya iniciación romana quería ser un medio para el poder de Roma, se perdió por culpa de Tulio Ostilio, que dirigió mal la descarga eléctrica, quedando fulminado.

Plinio cuenta estos hechos como sí formaran parte de una antigua tradición etrusca y narra que Numa utilizó con éxito esta carga fulminante al luchar en contra de un monstruo llamado Volta que se dedicaba a desolar los campos de Roma. ¿Leyendo esta narración, no se puede creer que el físico Volta fuera tan sólo un mito y que el nombre de Voltio haya nacido en el siglo de Numa?

Todos los símbolos asirios se refieren a esta ciencia del fuego, que era el gran poder de los magos; por todos sitios nos encontramos con el encantador  que domina los leones y maneja a la perfección a  las serpientes. El león es el fuego celeste, las serpientes representan las corrientes eléctricas y magnéticas  de la tierra.

A este gran secreto de los magos se deben las innumerables maravillas de la magia hermética, de cuya tradición se dice, entre otras cosas, que depende el secreto del  gobierno del fuego.

En su magia filosófica, Francisco Patrizio refiere los oráculos de Zoroastro. Estos oráculos son la fórmula neta y precisa del dogma que estamos exponiendo, después vienen las prescripciones del ritual mágico; he aquí en qué términos estos rituales están descritos.